jueves, 10 de marzo de 2011

historia

Remontémonos a los albores del Renacimiento. Cabo Sur,
 Madagascar, la Isla Roja denominada asi por el color de su
 tierra. Alrededor, el océano Indico, infestado de piratas, árabes,
 chinos, indios,... Todos ellos atraidos por los grandes navios
comerciales cargados de especias, oro y telas preciosas.

Al principio del siglo XVI uno de esos buques se hunde cerc
a de la costa sud-oeste de la Gran Isla. En el interior del
navio se encuentran unos pequeños perros utilizados para acosar a las ratas.
 Algunos de esos rateros ganan tierra firme a nado y llegan al lado de Tuléar,
 de la unión de estos perros con los perros autóctonos de la isla nace
 una nueva raza, el Coton de Tuléar.
Pero parece claro que el Coton desciende de perros europeos.
 Algunos cinólogos prefieren pensar que fueron
 los primeros colonos los que
 introdujeron sus perros de compañia, bichones muy de moda en la época.
 El cruce de estos perros con otros perros autóctonos,
producirían los primeros sujetos de la raza.
Primeros Cotones
Etienne de Flacourt, geógrafo enviado a Madagascar como gobernador de Fort- Dauphin, es el autor de la primera obra importante sobre la isla, año 1650. Donde relata "hay cantidad de pequeños perros con el morro largo y las piernas cortas como un zorro. Hay algunos que son blancos. Han sido engendrados por perros venidos de Francia y tienen las orejas cortas."
Su originalidad proviene de su pelaje, suave y vaporoso
como el algodón, de donde proviene su nombre y como
ha sido bautizado oficialmente y reconocido por la FCI
en 1971. La segunda parte de su nombre se refiere a
 su hábitat, el lugar donde esencialmente se desarrolló,
 la provincia de Tuléar, donde su puerto fue un centro de
comercio muy importante en el siglo XVIII.
En un principio su aspecto no era tan refinado como el
coton que conocemos, su tamaño era el de un zorro y
 su carácter era salvaje y decidido, lo que le hacia ser un
buen cazador. Más tarde se convirtió en guardián de rebaños,
 donde demostraba vigor, inteligencia y fuerte ladrido.
Cuando Madagascar dejó de ser colonia francesa, los
 expatriados llevaron consigo estos adorables y blancos
 perros a Francia, donde quedaron inmediatamente seducidos

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